La testosterona es la hormona masculina por excelencia. No solo influye en el deseo sexual, sino también en la energía, la fuerza muscular, el estado de ánimo y hasta la salud ósea. Sin embargo, con el paso de los años –o por ciertas condiciones médicas– sus niveles pueden disminuir y generar síntomas que muchas veces se confunden con “cansancio normal” o “estrés”.
¿Cuándo puede ser un problema?
La llamada deficiencia de testosterona suele aparecer después de los 40-50 años, aunque también puede presentarse antes. No se trata de un simple “envejecimiento”, sino de una condición que conviene evaluar si aparecen señales como:
- Disminución del deseo sexual.
- Fatiga persistente.
- Pérdida de masa muscular o fuerza.
- Aumento de grasa corporal, especialmente abdominal.
- Cambios de humor, irritabilidad o depresión.
- Problemas de concentración o memoria.
- Disfunción eréctil.
Factores de riesgo
Además de la edad, algunos factores que pueden favorecer la caída de la testosterona son:
- Obesidad.
- Diabetes tipo 2.
- Estrés crónico y falta de sueño.
- Consumo excesivo de alcohol o tabaco.
- Enfermedades crónicas como insuficiencia renal o hepática.
¿Qué hacer?
Ante la sospecha, el primer paso es una consulta médica con análisis de sangre que midan los niveles hormonales. Nunca conviene automedicarse ni recurrir a suplementos sin control, ya que pueden provocar efectos adversos.
El tratamiento dependerá de cada caso:
- Cambios en el estilo de vida: alimentación equilibrada, ejercicio de fuerza y buen descanso.
- Tratamiento hormonal: en situaciones específicas y siempre bajo supervisión médica.
- Abordaje integral: controlar enfermedades de base, reducir el estrés y cuidar la salud mental.
📌 En resumen: la testosterona baja no es solo “una cuestión de edad”. Reconocer los síntomas y buscar ayuda a tiempo puede mejorar significativamente la calidad de vida.