En un supermercado podés encontrar dos productos similares: uno dice “light”, otro “0% grasa” y el de al lado “sin azúcar agregada”. Pero ¿qué significan realmente esas frases? Las etiquetas nutricionales son una herramienta clave para entender qué estamos comiendo, aunque muchas veces parecen escritas para confundir.
Lo primero: la porción
Las tablas nutricionales siempre se expresan en función de una porción. Ese número es fundamental: a veces una galletita “tiene 50 calorías”, pero la porción considerada son 3 galletitas, y en el paquete vienen 12. Es decir, si te comés todo, multiplicá por cuatro.
Calorías y macronutrientes
- Calorías: no son “el enemigo”, pero sí un indicador de la energía que aporta el producto.
- Carbohidratos: ojo con los “azúcares”. El renglón de azúcares totales incluye los que el alimento ya trae y los agregados. Si dice “azúcares añadidos: 0”, mejor.
- Proteínas: fijate cuántos gramos aporta, sobre todo si buscás que tu comida sea más nutritiva y saciante.
- Grasas: distinguí entre grasas saludables (insaturadas) y las que conviene evitar (grasas trans).
Ingredientes: el secreto está en el orden
La lista de ingredientes se acomoda de mayor a menor cantidad. Si el primer ingrediente es azúcar, harina refinada o jarabe de maíz, ya sabés de qué está hecho en su mayoría.
Sellos y claims de marketing
Palabras como “natural”, “light” o “fitness” no garantizan nada. Los nuevos sellos de advertencia (“alto en sodio”, “alto en grasas saturadas”) son una guía más honesta: prestales atención.
Una regla simple para no marearse
Mientras menos ingredientes tenga un producto, más fácil de entender y generalmente más sano. Y si hay términos que parecen de laboratorio, probablemente no sea un alimento tan “natural” como promete el envase.